
La aparición de la Inteligencia Artificial ha sido, sin dudas, una de las innovaciones tecnológicas más relevantes de la historia moderna. Esta tecnología lleva a las diferentes industrias al desafío de adaptarse y obtener de ella el mayor provecho, lo que pone al mercado asegurador en un punto de inflexión.
De acuerdo a un reciente informe de la consultora McKinsey denominado “El futuro de la IA en el sector de los seguros”, el impacto de la IA en el sector no será incremental, sino transformacional. El estudio advierte que, si bien muchas compañías han iniciado su camino en la adopción de IA, aún están lejos de capitalizar su verdadero potencial. El desafío no es sólo “usar” IA, sino convertirla en el núcleo operativo del negocio. Y para eso, se requiere una visión estratégica, inversión decidida y, sobre todo, la capacidad de superar barreras estructurales, como la dependencia de sistemas legados.
Sucede que el informe brinda algunas conclusiones y datos que resultan contundentes. De acuerdo al relevamiento realizado por McKinsey, la IA tiene la capacidad de automatizar hasta el 50% de las tareas que actualmente se realizan en la actividad aseguradora, mejorar la eficiencia operativa en hasta un 40% e incrementar los índices de retención de clientes a través de experiencias y propuestas personalizadas. Tal es así, que algunas compañías de seguros ya se encuentran usando agentes de IA para automatizar la atención de clientes punta a punta, desde la cotización hasta la gestión de siniestros. Y lo mismo sucede con aquellas empresas que trabajan principalmente con canales comerciales tradicionales, resolviendo con IA gran parte de la carga administrativa que le fuera trasladada, lo que les permite a éstos concentrarse en funciones de asesoramiento y comercialización con mayor eficiencia.
Sin embargo, el camino no está lleno solo de promesas sino también de desafíos. El reporte sostiene que una de las principales barreras es la coexistencia con infraestructuras tecnológicas heredadas, que no fueron diseñadas para la velocidad y flexibilidad que demanda la IA moderna. En este punto, la transformación digital no puede limitarse a parches o integraciones forzadas: se necesita una arquitectura flexible, con soluciones que permitan escalar y evolucionar rápidamente. Aquí es donde resulta vital en el desarrollo de la estrategia digital de las compañías el rol de las empresas especializadas en tecnología para el mercado asegurado, capaces de conectar capacidades avanzadas de IA con las realidades operativas actuales, todo ello con pleno conocimiento del negocio.
Desde Charles Taylor, empresa con más de 140 años dedicada exclusivamente al sector seguros, vemos que el cambio más potente ocurre cuando las aseguradoras pasan de la experimentación a la adopción estratégica. Esto implica dejar de pensar en la IA como un “complemento” y asumirla como un motor de diferenciación competitiva. Las aseguradoras que lo hacen logran no solo reducir costos, sino también anticiparse a las necesidades del cliente, identificar fraudes en tiempo real y diseñar productos dinámicos y personalizados.
El mensaje es claro: adoptar IA no es suficiente. El verdadero salto ocurre cuando se aprovechan todas sus ventajas, desde la automatización inteligente hasta la generación de valor continuo. Las aseguradoras que comprendan esta diferencia estarán mejor posicionadas para liderar un mercado en plena reinvención. Es momento de actuar, y de hacerlo con aliados tecnológicos que conozcan a fondo los desafíos y oportunidades de esta nueva era.